La historia del tocadiscos, desde sus inicios hasta nuestros días

Última actualización: 23.04.24

 

Muchos de los que pertenecen a la llamada generación millennial suelen poner cara de sorpresa al ver “esas cajas con un plato de las que sale música”. En un mundo plenamente digital como el actual, productos con tanta solera como los tocadiscos llaman la atención, especialmente a quienes no los conocen. Si este es tu caso o solo tienes curiosidad por conocer algo más del origen y evolución de este dispositivo, no tienes más que echarle un vistazo a este artículo y el recorrido que vamos a hacer a través de la historia de este equipo de sonido casi “inmortal”.

 

Los antecesores

Para hablar de la historia del tocadiscos es necesario retroceder no solo hasta la fecha en que este producto se lanza oficialmente, sino un poco más atrás, hasta en nacimiento del que sería el “hermano mayor” del tocadiscos: el fonógrafo. Un dispositivo que grababa la voz en cilindros de cera y cartón y los reproducía mediante una aguja, que se orientaba según el movimiento a través del surco.

Este equipo fue el primer producto capaz de registrar y reproducir la voz humana de forma eficiente, siendo inventado por un genio como fue Thomas Alva Edison. El mismo se encargó de anunciar al mundo el lanzamiento de este dispositivo, allá por el año 1877. Por aquel entonces, Edison planteaba diferentes usos para este dispositivo, que iban desde el dictado de cartas hasta la creación de libros para ciegos o cursos de oratoria.

Pocos años después llegaría el gramófono, que incluye como novedad el plato giratorio que posteriormente se mantendría en el diseño del tocadiscos. Además, este modelo tenía la ventaja adicional de que su soporte era mucho más fácil de copiar que los discos de cera que inicialmente usaba Edison en su producto. De todos modos, el principal éxito del gramófono tiene que ver su orientación hacia el gran público, en lo que a música se refiere, mientras que los inventos de Edison se orientaban más a entornos empresariales, en los que su éxito fue más bien escaso.

 

 

 

La llegada del tocadiscos

El tocadiscos, tal como lo conocemos actualmente, no llegaría hasta el año 1925, junto al lanzamiento de los primeros amplificadores de válvulas y del brazo fonocaptor. La idea del tocadiscos era la de reproducir la música no tanto de forma mecánica, conforme se venía haciendo antes y que aún hoy se usa en las cajitas de música, sino de una forma eléctrica. Un aspecto que tenía la ventaja de lograr la amplificación del sonido, frente a la señal de baja potencia que solía reproducir el modo convencional.

Otra de las ventajas de este tipo de tocadiscos es que al contar con un motor eléctrico se podía alterar la velocidad de giro a las 78, 45 o 33 revoluciones, lo que permitirá reproducir diferentes tipos de discos. Todo ello sin olvidar el hecho de contar con un menor peso en el brazo, por el carácter eléctrico del mismo, de modo que el desgaste generado en los discos se reducía frente al de los modelos convencionales.

Con el avance de los tiempos y la tecnología llegarían otras novedades y mejoras, tales como los brazos automáticos y semiautomáticos. Estos sistemas permitían que el brazo se moviera solo a la posición de reproducción, reduciendo así el desgaste de los discos. También interesantes serían las mejoras en los amplificadores, especialmente a medida que la electrónica moderna reemplazaba los viejos sistemas de válvulas por los circuitos modernos. Un conjunto de funciones que harían evolucionar a estos productos hasta prácticamente la llegada de las principales amenazas para estos discos.

 

 

Llegan nuevos competidores

Durante muchos años, el tocadiscos fue el único dispositivo con el que podíamos escuchar música grabada. Pero este monopolio llegaría a su fin en los años 70 y 80 con la llegada de un nuevo invento: la cinta de casete. Este producto solucionaba algunos de los “problemas” del disco en lo que al espacio y la manipulación se refería. También tenía algún inconveniente, como carecer del carácter aleatorio del tocadiscos a la hora de reproducir una pista concreta. Pero al menos, el casete es pequeño y no se rompe con tanta facilidad.

Sin embargo, quien verdaderamente amenazó, y casi acabó, con fuerza al vinilo fue el CD. En este caso teníamos todo lo que tenía el vinilo en un soporte compacto, fácil de usar y con calidad digital. Además, también era secuencial y su tamaño era aún más pequeño que el del cassette, y ya ni hablemos del vinilo. En este caso, el golpe sí fue duro, dejando a los vinilos en una caída libre y casi su extinción. No obstante, el paso del tiempo demostró que el tocadiscos no estaba muerto… solo de “parranda”.

 

El resurgir

Algo que nos lleva al último capítulo de esta historia, por ahora. Un capítulo que se desarrolla en estos días, en los que estamos viendo el nuevo auge del tocadiscos. Algo que resulta un poco difícil de explicar después de todo lo que hemos comentado, pero que si conocemos sus causas resulta bastante fácil de comprender.

La primera de estas causas tiene que ver con la calidad del sonido, que es uno de los activos principales de estos productos. Tanto como para que ninguno de los productos digitales que hemos visto en los últimos años. Algo que no está al alcance de todos los oídos sino al de los más puristas. Aunque lo cierto es que cualquiera nota sensaciones muy diferentes ante estos discos.

Como remate, la rutina y el proceso de poner un disco también tiene algo diferente a pulsar un par de botones en un reproductor MP3 o de colocar un CD en el lector. Un proceso que lleva a elegir el disco, sacarlo de su funda y empezar a disfrutar de su sonido tan característico. Este proceso cala también entre los usuarios, igual que para muchos hacer un cierto plato de cocina es casi un rito. Algo que ha ayudado a mantener viva la llama del vinilo hasta nuestros días. Y aquí puedes encontrar una lista de tocadiscos actuales por si quieres unirte a esta tendencia.

 

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1 COMENTARIOS

Fermín

October 4, 2020 at 5:29 pm

El tocadisco y los discos de carbón nunca morirán, pues llevan en sus ADN algo ineludible que es el recuerdo.

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