Cuando elegimos un disco duro SSD, nos preocupamos de muchas cosas como el espacio de almacenamiento necesario en su interior, la compatibilidad de la interfaz de conexión del producto con nuestro PC o portátil o bien la marca con la que queremos trabajar. Pero una vez que tenemos el disco duro montado en el equipo es necesario seguir tomando decisiones.
Una de ellas tiene que ver con el formato de la tabla de particiones que queremos usar. Un aspecto al que no solemos prestarle mucha atención, pero que puede marcar la diferencia en el rendimiento del disco, dado que cada uno de estos sistemas tiene sus particularidades. Si no tienes claro de qué estamos hablando, sigue leyendo y descubrirás los secretos de estos sistemas de ordenación de archivos.
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Qué es una tabla de particiones
Para que tengas toda la información necesaria al respecto vamos a empezar sabiendo que es una tabla de particiones. Esta tabla es un elemento fundamental para el funcionamiento de cualquier disco duro, tanto SSD Como convencional, encontrándose dicha información almacenada en el Master Boot Record de la unidad. Así pues, es uno de los primeros elementos que el ordenador lee a la hora de arrancar el equipo, a fin de saber qué tipo de unidad está manejando y que puede esperar de la misma.
En esta tabla de particiones se almacenan diferentes datos como el tamaño de los sectores e la misma, el tipo de partición de la que estemos hablando (FAT 32, FAT 16, NTFS, EXFAT, etc), el CHS de inicio y final, que hoy día está en desuso por afectar solo a unidades de 8 GB o menos, o bien el LBA utilizado, con el que determinar el direccionamiento del bloque lógico o de almacenamiento del disco. Son parámetros técnicos que se almacenan para cada una de las particiones que nuestro disco duro tenga y que permiten al ordenador gestionar las mismas de forma correcta.
El sistema MBR
Todo lo que hemos comentado hasta ahora es lo que vienen utilizando la mayor parte de las unidades actuales, debido a que este esquema es el que tiene el llamado sistema MBR. Este sistema data nada menos que del año 1983, por lo que resulta evidente que el mismo ha quedado ya hoy día obsoleto en muchos de los aspectos en los que el mismo opera.
Entre las desventajas de este sistema tenemos la seguridad. Los datos del sistema MBT se almacenan en una única ubicación, sin archivos de respaldo o copias de seguridad a las que recurrir en caso de problemas. Esto facilita que un virus o un malware puedan atacar directamente a los sectores en los que esta información se encuentra almacenada, causando graves daños al ordenador y su almacenamiento. Y es que en caso de perderse los datos del MBT, y por tanto de las particiones creadas en el disco duro, el sistema operativo va a ser incapaz de acceder a los datos almacenados en el mismo.
Otro problema de este sistema es el tamaño de las unidades. Por su carácter de 32 bits, las unidades formateadas en MBR solo pueden tener un tamaño máximo de 2 TB. Hoy día son muchos los discos duros que superan esta capacidad, de modo que los mismos deben formatearse ya en el nuevo formato GPT para aprovechar por completo ese espacio disponible. Todo ello sin olvidar las limitaciones del MBR en lo que a particiones se refiere, limitando a 4 las que podemos incluir en un disco duro.
El sistema GPT, mejorando lo que falla
En contraposición a este sistema MBR, el nuevo estándar que lo reemplaza tiene por nombre GPT o GUID Partition Table. Un estándar en el que muchos de los inconvenientes del viejo sistema MBR han pasado a la historia.
Lo primero que debemos destacar de este sistema es que ya no hablamos de un formato de 32 bits, como pasaba con el sistema MBR, sino que este estándar moderno amplía la capacidad a los 64 bits. Algo que permite incrementar el tamaño de los discos duros hasta los 9,4 Zb. Si no sabes de cuantos datos estamos hablando baste decir que 1 zetabyte es el equivalente a un billón de terabytes o mil billones de gigabytes actuales. Por tanto, el tamaño de las unidades ya no va a ser un problema. También desaparece el problema de las particiones, que en las unidades GPT puede llegar hasta las 128.
Respecto de la seguridad, puesto que el nuevo sistema incorpora un planteamiento de información distribuida. Este sistema se traduce en un planteamiento replicativo de la información básica de las particiones, de modo que la misma no se almacena en una única ubicación exclusiva, sino que la misma se replica automáticamente en cada una de las particiones que el disco duro tiene. Considerando que hoy día todos los discos duros tienen, al menos, dos particiones, siempre vamos a tener una copia de seguridad a la que recurrir si algo falla.
Qué opción elegir
Llegados a este punto, es el momento de responder a la pregunta que nos hacíamos al principio sobre qué formato elegir.
Hay un caso en el que el uso de GPT es obligatorio: el uso de discos duros SSD de más de 2 TB de capacidad. Estos discos tienen que formatearse en GPT a fin de aprovechar al máximo el espacio de almacenamiento interior que nos ofrecen. También hay casos en los que deben formatearse en MBR de forma obligatoria, como en ciertas combinaciones de sistemas operativos antiguos como Windows Vista y 7 en sus versiones de 32 Bits, así como las versiones de 32 bits de Windows 10 y 8 en equipos con BIOS que no sean UEFI, debido a problemas de compatibilidad para el arranque del sistema.
Si no estás en ninguno de los dos casos mencionados y tienes libertad de elegir, lo suyo es apostar por el sistema GPT. Entre otras cosas porque es un sistema moderno, mucho más seguro que el MBR de archivo único y también porque es lo que emplearán los equipos y sistemas operativos del futuro. Así que, dado que tu disco duro SSD seguramente te sirva para actualizar tu equipo, nada mejor que aprovechar ese proceso para actualizar también su tabla de asignación al sistema más moderno del momento.
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